Galicia es una comunidad abundante en residuos agrícolas y forestales a los que no se les saca ningún rendimiento energético. Como sucede con una parte de la biomasa del monte, hay restos de frutos y de vegetación que pueden servir para fabricar pellets y generar calor. Y reducir la dependencia de los combustibles fósiles con una fuente renovable. En ello está ya la comunidad, en colaboración con el norte de Portugal: investigando la composición física y química para poder hacer pastillas que alimenten una caldera de biomasa. Un estudio que se lleva a cabo con los restos del kiwi, los de la poda de la vid y también con matorrales como el toxo o la xesta.
En el proyecto, financiado con fondos comunitarios, están el centro tecnológico de eficiencia y sostenibilidad energética Energylab, la Axencia Galega de Innovación (GAIN), la Fundación Empresa Universidad Gallega (Feuga) y el Instituto Enerxético de Galicia (Inega).
Esto, por parte gallega. Desde Portugal colaboran en la investigación el Instituto Politécnico de Viana do Castelo, el Instituto de Ciência e Inovação em Engenharia Mecânica e Engenharia Industrial, la Agência de Energia do Cávado y la Agência Regional de Energia e Ambiente do Alto Minho (AREA Alto Minho).
Solo en el último lustro, en la comunidad se han instalado seis mil nuevas calderas En suelo gallego hay diez industrias que se dedican a la producción de pellets y estelas, con capacidad para sacar al mercado unas 182.000 toneladas al año; a esto se suman dos empresas que fabrican 20.000 estufas y 4.000 calderas al año.
Entre este año y el que viene, la Xunta pretende que su programa de impulso a la biomasa llegue a 2.000 nuevos benecificarios, y que la potencia instalada se incremente en 160 megavatios y el consumo aumente en unas 120.000 toneladas año. La inversión prevista con fondos autonómicos ronda los 48 millones.
Fuente: La Voz de Galicia